Amar, ¿difícil? (reflexión católica)

 Amar, ¿difícil?

Dios es infinito, por lo que también su amor es infinito. Su amor es un amor que transforma miradas completamente, que te hace rebosar de alegría y te da fuerzas para "tirar palante". A través de la mirada del amor no se ve lo que está bien y lo que está mal, sino lo precioso y lo triste. 

El amor de Dios te transforma de pies a cabeza: no te quita la libertad de ser tú, sino te da más libertad. Te da más seguridad en ti mismo, más esperanza, más ganas de vivir amando cada minuto, más ganas de comerte el mundo, más energía para vivir a tope. Es un amor que "no te lo catas". 

Un amor que transforma hasta cada día, hasta lo diario, que te hace vivir cada pequeño detalle al 100%. Si dejas que Su amor inunde tus días, cada día es distinto y nuevo. ¿Cómo se hace esto? La clave del amor de Dios está en querer querer. A los cristianos no nos viene el amor a Dios de un simple sentimiento, sino de que queremos querer, de una decisión. 

En amar al prójimo se encuentra reflejado también el amor de Dios. «¿Y eso?»:

“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
Mateo 25:40

Dios se encuentra presente en la Tierra mucho más de lo que pensamos. Por eso Él quiere que comprendamos, amemos, abracemos, sonriamos al prójimo, porque también Él está ahí.

Y si te parece difícil amar, piensa en Cristo rezando en el Huerto de los Olivos, pasando mucho miedo porque sabe lo que va a pasar. De repente, aparece Judas y lo traiciona, uno de sus discípulos. Lo acusan aunque es inocente, le dan latigazos, le clavan una corona de espinas, le hacen cargar una cruz que debía pesar un quintal mientras sube al monte Calvario. Se cae tres veces por el peso, por el cansancio, porque le duele el cuerpo entero. Y cuando llega arriba, martillazo tras martillazo, lo clavan a una cruz y lo izan. 

Poca broma, eh.
 
Pues todo eso lo soporta por amor. Es brutal. Para poder amarnos, Dios se entregó, para que nosotros entendiéramos que las cosas que merecen la pena tienen un valor. Él vio en nosotros el valor de entregarse en una cruz. Nosotros tenemos que ver que para amarle tenemos que darnos a Él y a los demás, entregarnos impulsados por este amor. Darnos confiando en Él, abandonándonos en Él. 

¡Que seamos luz para el mundo y amemos mucho a Dios!

Pumo. 

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