La "fe heredada" con la que muchos nacemos (reflexión católica)

 La "fe heredada" con la que muchos nacemos. 

Me he decidido a escribir esta entrada preguntándome qué es ser cristiano para un joven de hoy en día, y me he topado con un video de YouTube que merece la pena ver. En él, es precisamente un joven el que lo explica, y puedes ver el video pinchando aquí.
   
En el mundo en el que vivimos hoy nos cuesta mucho decir que somos creyentes. Es una locura. Piénsalo bien. ¿Cómo puede ser que nos avergüence explicar lo que le da sentido a nuestra vida? «Corta el rollo, pero qué me estás contando. Dios no ocupa tanto en mi vida». Ese es el peligro que tenemos los cristianos, que para algunos la fe es una cosa más de la herencia de sus padres. 

La realidad es que, aunque tengamos la suerte de pertenecer a una familia católica, la fe es personal. Tú tienes que convertirte por tí mismo, nadie te puede obligar. Y hasta que no dices «pero qué tocho es esto, ¡que siento el amor de Dios!» porque lo vives en 1ª persona, no caes en la cuenta de lo mucho que significa y de la gran suerte que has tenido. 

Y da vergüenza enseñar tu “fe heredada”, porque parece que entre los jóvenes eso no cae bien. ¡Claro que da vergüenza! ¿Por qué? Porque no es tuya, es algo que te  han dado y que en muchas situaciones no está bien visto. Quizá porque “molas” más si demuestras que eres lo suficientemente mayor para elegir en qué crees y en qué no.  O quizá porque quieres demostrar que no necesitas a Dios en tu vida, llamándote a ti mismo “ateo”, cuando es ciertamente una contradicción porque lo necesitas para clasificarte como a-teo. 

Cuando simplemente en tu vida hay “fe heredada”, parece que Dios no merece la pena, cuando, a pesar de que no nos demos cuenta, Él está mucho más presente en ella que tan solo tres cuartos de hora un domingo o una hora el primer viernes de mes, que te ayuda mucho más que tan solo en ese examen por el que te has acordado de rezar… Que siempre nos han dicho que Dios está en el Cielo, pero que no caemos en que es omnipotente y que está en todos lados a la vez, y no nos hemos parado a pensar que quizás esté ahora mismo a nuestro lado. Ahí, en una esquina de nuestra habitación, sin querer molestar, de pie, en silencio, esperando. 

Esperando a que digas «¡Jesús! ¡Pero cuánto tiempo! Ven. Siéntate a mi lado. Vamos a hablar un rato», que le pongas al día, no porque Él no tenga ni idea de que está pasando en tu vida, porque te conoce muy bien, sino porque te quiere escuchar. Quiere que le cuentes todo como si Él no lo supiera; que le digas lo que te preocupa, y tenderte la mano para que te sientas acompañado; que le digas lo que te agobia, y darte un abrazo; que le pidas ayuda, porque está deseando ayudarte, pero solo quiere que se lo pidas. Quiere que hagas de esa “fe heredada” una “fe nueva”.

Quiere que hagas de tu fe una “fe nueva” porque ningún creyente es igual a otro. Cada uno lleva la fe a su vida, aunque sea completamente distinta, para poder llamarse católico con orgullo, sin miedo, tomándolo en serio.

Entonces, ¿qué es ser cristiano? La fe católica es un estilo de vida, que se caracteriza por llevar al Amor contigo a todos lados, para enseñarlo a quien no lo conoce, para darlo a los que lo necesitan, para lanzarlo al que necesite algo a lo que aferrarse. 

Sí, has leído bien, un “estilo de vida”. No se es cristiano tan solo los domingos, o cuando el ambiente invita a ellos. Es un estilo de vida. Se es cristiano todos los días, para lo bueno y para lo malo, cuando gritas y cuando lloras, cuando ríes y cuando sufres... Se es cristiano hoy y todos los días, y esto no debe asustarnos porque ¡qué orgullo acoger la fe con libertad! Decidir que Dios sea en nuestra vida la luz en la oscuridad, la paz en la tormenta, el silencio en medio del ruido, el abrazo entre cada latigazo, la meta al caer, la esperanza cuando estamos perdidos…

Ser cristiano es abrirle la puerta de nuestro corazón a un Dios que, al ser infinito, nos quiere    infinitamente, y nos quiere infinitamente felices. Ser cristiano es “que tu lema sea: el Amor me ha conquistado, sólo Él puede poseer mi corazón” (Santa Margarita María de Alacoque). Ser cristiano es vivir en Dios, porque Él sólo da vida, nunca la quita. 

¡Qué seamos luz para el mundo!

Pumo. 

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