Vivir con Dios es VIVIR (reflexión católica)
MY LIFE IS A PARTY. Mi vida es una fiesta.
Las ganas de comernos el mundo que tenemos cuando estamos de fiesta, que parece que nadie nos va a poder parar. Ese subidón de energía que te hace decir “yo puedo con esto y con lo que me echen” y querer gritar de felicidad.
Aunque a veces también queremos que el mundo nos coma. El famoso “trágame, tierra” que a veces nos sale a todos, porque nos damos cuenta de que no, de que no somos invencibles, que las cosas no están saliendo tan bien como creíamos, y que en definitiva no podemos ni con eso ni con lo que nos echen.
Viendo este contraste de situaciones, me parece que mola más la primera. Darle una cara de buen rollo a la vida, como si todo fuera una fiesta… Pues estás de enhorabuena porque la vida ES una fiesta. Sí, sí, como lo oyes. Dios quiere que tu vida sea una fiesta.
«Pero, espérate. Eso es incoherente. Los católicos no salen de fiesta. ¿Cómo van a querer tomarse la vida entera como una fiesta?». «Si para ellos todo lo divertido es pecado, luego no pueden salir de fiesta». ¿Hola, qué tal? Estas frases sí que son literalmente la incoherencia en palabras. ¡Qué no salen de fiesta! Los católicos no “salen” de fiesta porque ya están en la fiesta.
No necesitamos salir de fiesta, porque vivimos en la fiesta. Somos la gente más fiestera que existe. Bueno, y luego están los “macrofiesteros” que son los Santos y nos miran desde arriba diciendo “esto sí que es una buena discoteca. A ver cuando te dan el pase VIP”. Y es que ellos no solo han “entrado” en ella, no. Ellos la han vivido. Sus vidas son “reseñas de cómo vivir de fiesta a tope”.
¡Yo también quiero! Quiero ser un “macrofiestero con pase VIP”. ¿Eso cómo se consigue? Pues mira, lo primero, pásate por la fiesta cada día, que se note que la vives, que vives feliz, que te la llevas a todos lados. Ama a Dios y sé FELIZ, lleva contigo la alegría del cristiano, da igual dónde estés, llévala a todos lados. Si lo mantienes, cuando llegue el momento en el que el segurata no te deje pasar a esta "fiestecita" porque ya no te toca, te darán el “súper pase”, para que puedas disfrutar la fiesta aún más, en el Cielo. ¡Que la fiesta de Dios merece 100% la pena!
¡A por todas! A trabajarse el pase, que se note que a los católicos nos va el rollo FIESTERO (sí, así, en mayúsculas). La FIESTA es más que la fiesta. La FIESTA no es solo un rato con los amigos haciendo el loco. La FIESTA es VIVIR, vivir a saco, vivir a tope como fiesteros. Vivir de fiesta, pero de la buena. De esa que no se queda en un viernes por la tarde, ni siquiera en empalmar noche y mañana, sino una fiesta mucho más guay. La fiesta de la fe, eso es la FIESTA.
A veces ocurre que la gente en las fiestas se emborracha… «En las fiestas de católicos, la gente no se emborracha». ¡Qué no nos emborrachamos! ¡Claro que sí! Pero de otra forma. No de alcohol, de algo mejor. Dice la canción A Dónde Vamos de Morat:
“Era verano y yo moría de sed,
cuando te vi solo quise beber,
beber de ti, de ti, de ti,
emborracharme así de ti”.
¡Nos emborrachamos del mismo Dios! La sed de Dios sólo se apacigua con Dios, que es amor. Por eso los católicos somos “borrachos de amor”, porque Dios es lo único que sacia nuestra sed de más; lo único que en exceso no es malo; que también nos hace hacer cosas que si no estuviéramos “hasta las trancas” de Su amor, no haríamos; nos hace estar, no “contentillos”, sino FELICES, contentos de verdad.
Mola eso de la fiesta, ¿verdad? Pero la rutina es un rollo… ¿Y por qué no vivir la rutina de fiesta? Que la rutina no sea rutina, sea fiesta; que no sea algo que se repite todos los días, sino que sea cada vez más nuevo, como la fiesta. Te estarás preguntando cómo vivir de esta forma, así que déjame darte una pista:
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” Apocalipsis 21:5
¡Ahí está la clave! ¡Qué Dios hace nuevas todas las cosas! Vivamos con Dios para VIVIR.
¡Que seamos luz para el mundo!
Pumo.
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