¿Qué es VIVIR en mayúsculas? (reflexión católica)

 Algunos ejemplos de VIVIR en mayúsculas. 

Esta entrada es un adelanto de otra reflexión que viene pronto. ¿Qué es VIVIR (así, en mayúsculas)? Pues es lo que hacemos, o deberíamos hacer, los que creemos en un Dios que es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6).


VIVIR es no perder un minuto de esta fiesta, que es la vida, y, como dice San Ignacio de Loyola: “actuar como si todo dependiera de ti, sabiendo que todo depende de Dios”. Vivir preocupándonos del prójimo como si la solución dependiera de nosotros, como si el consuelo dependiera de nosotros pero sabiendo que estás respaldado por Dios. Poner todas tus fuerzas en ser instrumento de Dios. 


VIVIR es ser instrumento del amor de Dios. Cada vez que comulgas te haces un poquito más Cristo porque Él te presta sus manos para que obres como lo haría Él; sus brazos, para que abraces como lo haría Él; sus ojos, para que mires como lo haría Él; y así con todo. Tal como lo oyes. Es muy heavy, si lo piensas bien. Tienes esa responsabilidad de ser Su instrumento.


VIVIR es servir, y ya nos lo decía la Madre Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”. Porque Dios vive sirviendo. Cristo se hizo hombre entre los más pobres. Quiso venir a la Tierra como el más humilde, para poder servir. Y si queremos VIVIR tenemos que vivir de rodillas, sirviendo y amando al prójimo.


VIVIR es darlo todo. Piensa en Cristo en la Cruz, que lo dio todo por ti para que pudieras vivir como Dios manda y nunca mejor dicho. Todo lo que hizo Jesús por ti se merece un mínimo… Un mínimo que es dar el máximo. Porque los cristianos no nos contentamos con poco: o lo damos todo o no somos cristianos.


VIVIR es tener una vida que merezca la pena. Piensa cuando llegas al final del curso, echas la mirada para atrás y ves todo el esfuerzo que has puesto, que a veces no sabes ni cómo has podido seguir; todo lo que te ha costado, pero todo lo que has conseguido, como esa vez que pasaste de un suspenso a un aprobado con nota por todas esas horas; esos planes que has tenido que sacrificar porque con tanto examen no te cabían ni en el calendario… Ves todo eso y te llega el boletín de notas, o las publican en la plataforma. Y entonces te das cuenta de que todo ha merecido la pena para algo, de la satisfacción que te da el deber cumplido. 


La vida es lo mismo. Que cuando llegues al Cielo, mires todos estos años aquí, en la Tierra, y puedas decir: mereció la pena. No hay más que ver a Carlo Acutis, que antes de morir dijo: “estoy feliz de morir, porque he vivido mi vida sin perder un minuto en aquellas cosas que no agradan a Dios”. Pues que nosotros podamos decir lo mismo. 


VIVIR es no tenerle miedo a revolucionarlo todo por Dios. «¿Revolucionarlo todo?». Sí. No es cambiar el mundo, sino cambiar el mundo de los que tienes a tu alrededor. Sonreír, dar los buenos días, un “por favor” o un “gracias” a esas personas que te cruzas y que muchas veces ni te das cuenta de que están.


VIVIR es exprimir cada momento de la mano del Señor, para que ninguno se haga igual! La santidad, es ver cada momento como el ideal para montar una fiesta: amando, ayudando, sonriendo, comprendiendo, abrazando…


«Espera, espera. Vamos a hacer un paréntesis. ¿Santidad?». Sí, santidad. A veces nos da por pensar que los santos nacen santos, o algo por el estilo. Lo cierto es que todos estamos llamados a ser santos. «¿Todos? ¿Yo también?». Todos. Ser santo es ser FELIZ, amar y ser amado en plenitud. 


También podemos pensar que, buff, viendo nuestra vida aún estamos muy lejos de la santidad, pero hay una frase de San Agustín que me gusta mucho: “no hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro”. Y es que Jesús te dice que no te preocupes, que tus pecados te son perdonados. Ya no tienes que preocuparte por ellos, ya lo ha arreglado Él. Ahora preocúpate por el presente, por dar amor, e intenta no cometerlos, que así se consigue el Cielo. 


Es muy tocho pensar que “un santo es un pecador que lo sigue intentando”, como dice San Josemaría; o que, como dice San José Cafasso, “el Cielo está lleno de pecadores convertidos y hay espacio para más”. 


Creo que te vas haciendo una idea de lo que es VIVIR, pero ¡ojo! que la lista no se limita a esto. No es tan difícil encontrar maneras de VIVIR en el día a día, ¿por qué? Porque Dios no solo te espera en las grandes cosas de tu vida, sino también en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles, en las cosas que te suceden a diario, que casi parecen no tener importancia. Ahí es cuando y donde Dios más te espera.


El que es fiel en lo poco, también será fiel en lo mucho; y el que no es fiel en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. (Lucas 16:10)


 Santo Domingo Savio, decía: “No puedo hacer grandes cosas. Lo que quiero es hacer aún las más pequeñas para la mayor gloria de Dios”. ¡Y cuánta razón! A Dios le da igual el tamaño de lo que hagas, porque te quiere a ti en tus circunstancias, y te quiere feliz.  Quiere que lo busques, que lo encuentres, que lo ames, que vivas en Él. 


¡Que seamos luz en un mundo que no vive, sino que sobrevive!

Pumo. 


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